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Largo y al viento (Il barbiere di Siviglia)

Afiche de El Barbero de Sevilla

 

Hace algún tiempo me invitaron a participar en otro blog y escribí una entrada sobre esta ópera. Esa vez se llamó «Cortito y todo para atrás» pero los tiempos cambian;  ahora que estamos a menos de una semana de la reposición en el ciclo de transmisiones del MET quería revisar mi propio post y me di cuenta que ese blog ya no es público. Entonces y para que no quede un hueco en las entradas de “Parado en la esquina…”   estoy volviendo a publicar lo que en su momento escribí sobre “El barbero de Sevilla” dejándola tal cual  (salvo algún error demasiado vergonzoso que pudiera haber, claro). Los dejo con lo escrito entonces.

Esta vez nos vamos con “Il Barbiere di Siviglia” de Rossini. La primera de Rossini que tratamos en esta colección. ¿Por qué esta y por qué apenas ahora? Sin ningún motivo  en particular, como verán si visitan el blog, no hay un orden especial para presentar las óperas. En este caso simplemente sucedió que mientras veía televisión con mi hijo pasaban unos antiguos dibujos animados de “El conejo de la suerte” donde él se encarga -como siempre- de hacerle la vida a cuadritos a Elmer, en este caso en un teatro mientras representaban “El barbero…” así que pensé: “¿Y por qué no? si además es la mejor ópera bufa.” Como siempre digo: hay muchas cosas interesantes para decir sobre esta ópera, pero hay mucha gente haciéndolo; yo me limito a presentártela. Vamos allá con el argumento.

La acción sucede en Sevilla -claro- en el siglo XVII.
En una plaza frente a la casa del doctor Bartolo un estudiante pobre llamado Lindoro le da una serenata a Rosina, pupila del doctor, el que a su vez está interesado en casarse con ella. Excelente: he escrito cuatro compases y ya tenemos un triángulo amoroso. Ahora bien, Lindoro no es otro que el conde Almaviva disfrazado, pues quiere que Rosina se enamore de él y no del dulce sonido de las monedas ni del frufrú de las sedas. Aparece en la plaza el autoproclamado más famoso barbero de Sevilla, Fígaro, quien alguna vez fue sirviente del conde y a su pedido (y oferta de dinero) le sugiere que se disfrace de soldado borracho para que el doctor lo aloje en su casa y así poder acercarse a Rosina.
En la casa del doctor Bartolo vemos que él conversa con Basilio, un profesor de música, quien le cuenta que el conde Almaviva ha llegado a Sevilla y está enamorado de Rosina, y le sugiere al doctor, para sacar del medio al conde, que ventilen rumores sobre él (dicen que los rumores hay que ventilarlos porque siempre huelen mal). Fígaro entra a la casa y le dice a Rosina que escriba una carta para Lindoro (ya saben: el conde disfrazado) para que él se la haga llegar. Esto lo ve Bartolo quien sospecha que algo huele mal (además de los rumores) pero no puede confirmar nada.
Vemos luego a la sirvienta del doctor, Berta, quien se cruza con un soldado borracho (ya saben: el conde disfrazado) y asustada corre a buscar al doctor. El soldado… es decir el conde logra hablar con Rosina y le dice que es Lindoro (¿ya se perdieron?) y le entrega una carta. Bartolo también ve esto y quiere saber qué es ese papel y Rosina lo engaña y le entrega la lista de lavandería. El viejo truco de la carta de amor que se convierte en lista de lavandería. Será por eso que dicen que el amor lava las penas. No sé. Sigamos. Bartolo y el conde comienzan a discutir y se suman Berta, Fígaro y Basilio, armando un alboroto tal que viene el oficial de la guardia y arresta al soldado borracho, pero basta que este le mencione que es el conde para quedar en libertad, para asombro de todos.

Vemos nuevamente a Almaviva en casa del doctor, pero disfrazado esta vez como maestro de música substituto -pues hacen creer que Basilio está enfermo- para poder acercarse a Rosina. Bartolo sospecha -otra vez- pero finalmente acepta creyendo que es Lindoro y que es un sirviente del conde que pretende conseguir mujeres para su amo pero, para no dejarlo solo con Rosina, hace que Fígaro lo afeite ahí mismo. Total las clases de canto y los trabajos de barbería son en muchos casos lo mismo… hay algunos alumnos que merecen una navaja afilada muy cerca de la garganta…
En eso llega Basilio, el supuesto enfermo, y luego de un pequeño soborno se hace el enfermo (¿ven que sí estaba enfermo después de todo?) pero Bartolo termina por darse cuenta del truco y echa a todos, convence a Rosina de que Lindoro es un sirviente del conde y sale en busca de un notario para redactar el contrato matrimonial que lo unirá a Rosina.
El conde disfrazado de Lindoro y Fígaro se cuelan con la ayuda de una escalera por el balcón de la casa del doctor para encontrarse con Rosina, quien le dice al conde lo que cree saber sobre Lindoro. Este finalmente le explica todo y le confiesa quién es en verdad y los dos se declaran su amor.
Fígaro los apura para que se retiren cuando se oye que se acercan dos personas, intentan huir pero la escalera ya no está. Los que llegaban eran el notario y Basilio pero el conde convence a este último tras un soborno (o la alternativa de dos balazos en el cráneo) de ser junto con Fígaro testigo del matrimonio del conde con Rosina. (Pero… ¿no que Rosina se iba a casar con Bartolo y por eso llegaba el notario? Sí. ¿Qué parte del concepto “ópera bufa” no entendiste? Sigamos.) Bartolo entra pero ya es demasiado tarde porque el contrato matrimonial ya está firmado, sin embargo se consuela cuando le permiten conservar la dote de Rosina. Espero que se refieran al dinero, porque si lo que quería era la ropa de Rosina… mhmmm…

Me pregunto cuántas comedias de televisión se habrán basado más o menos fielmente en este argumento. No pocas seguro. Solo falta que aparezca un conejo y un tío con una escopeta. ¡Hey!… un momento…

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Vamos con algunos enlaces:

Comenzamos con el archiconocido “Largo al factótum” de Fígaro, aquí con Rodney Gilfry, muy divertido.

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Ahora  Juan Diego Florez como el conde Almaviva cantando “Ecco ridente in cielo”

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La mezzo Elina Garanca hace de Rosina cantando “Una voce poco fa”

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Y como me gustan las peleas de mezzos ahora es Cecilia Bartoli cantando la misma pieza (aquí con segmentos de una entrevista). Escojan ustedes, yo me quedo con las dos.

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La misma Cecilia Bartoli junto con el barítono Bryn Terfel haciendo de Rosina y Fígaro en “Dunque io son”. Un placer escucharlos y verlos.

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Aquí ¿Robert Lloyd? (corríjanme si me equivoco) hace de Basilio cantando “La calunnia è un venticello”

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Joyce DiDonato canta “Contro un cor” en la lección de canto de Rosina, y sí: el falso maestro divertido es Florez.

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Y para terminar como comencé, y recordando que yo escribo esto tratando de difundir la ópera, aquí el enlace de “El conejo de la suerte” con el que Warner Brothers seguramente expuso por primera vez a muchos pero muchos niños al sonido de la música clásica.

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Eso era todo, tan grave no era la cosa. Si quieren leer más les aconsejo que comiencen por acá para saber por qué escribo este blog. Igual si hay alguna queja me pueden buscar por acá o en Twitter como @Malfitan0. Mientras tanto yo los espero parado en la esquina escuchando ópera.